Marqué
hoy por la mañana a mi amiga Chela, para pedirle el teléfono de Mario. Mi
llamada la despertó, -eran como las 11 de la mañana-, y su voz acusaba una
resaca de la “party” de la noche anterior. Después de darme el número quise
dejarla descansar, pero ella pido que aguardara un poco al teléfono. Se escuchó
ruidos que indicaban que se reincorporaba. Tomó de nuevo el teléfono y sólo
alcanzó a decir “amigo…” y al instante un torrente de sentimientos, piedras y
llanto se escuchó al otro lado de auricular.
Según
Porras un psicólogo reconocido que se ha dedicado a realizar estudios
relacionados con la juventud, dice que, los jóvenes al no percibirse
correctamente, es difícil desarrollar aceptación personal y un sano amor
propio. Esto influye para que se exacerbe la influencia que la opinión de otros
tiene sobre la propia persona, por lo que en muchos casos existe el peligro de
que, en busca de aceptación, se ceda a la presión de grupo y se caiga en
conductas, hábitos o práctica que podrían poner en riesgo la propia integridad
y el proyecto de vida establecido. Uno de los peligros que enfrentan los
jóvenes con una baja autoestima es tratar de buscar que otros sean quienes les
otorguen ese valor en sí mismos. De esta manera, se puede dejar de lado las
convicciones, creencias, valores y principios por tratar de lograr ese
reconocimiento.
Al
carecer de un propósito mayor y más profundo, la cultura quiere proponer el
egocentrismo y la autocomplacencia como eje central para la vida. Sin embargo
esta búsqueda de significaciones momentáneas e irreflexivas se convierte para
muchas personas, en la puerta de entrada a conductas autodestructivas, como el
abuso de sustancias, la sexualidad desordenada o los trastornos del estado de
ánimo. Estos patrones de comportamiento cobran la factura en la vida emocional
de hombres y mujeres, y en sus proyectos vitales a mediano y largo plazo,
resultando en sentimientos de culpa o en consecuencias negativas e inesperadas.
Una
persona que tiene una percepción negativa de sí misma, aun cuando alcance
diversas metas, renunciará a la
felicidad con sus conductas autodestructivas. Por medio de la falta de
perseverancia o el descuido, estas conductas destructivas acarrean además
relaciones conflictivas o situaciones repetitivas de fracaso en los proyectos
que se emprenden. Esto sucede porque, cuando se tiene una autoestima
quebrantada, es posible llegar a creer que uno no es digno de ser feliz y por
tanto la misma persona inconscientemente “no se da permiso para serlo”. La otra
fuente es interna que se refiere a considerarnos aptos para enfrentarnos con
nuestro entorno.
Tener
un autoestima saludable es una fuerza motivadora que inspira comportamientos
seguros y orientados hacia el desarrollo personal, hacia relaciones personales
más sanas y cálidas y hacia la búsqueda
de acciones que den significado a la vida propia y que contribuyan con la
comunidad. Es por esta razón que personas con un alta autoestima toman
decisiones acertadas.
Después
de poco más de media hora pegado al teléfono escuchando, más que platicando con Chela, pude percibir en
ella una actitud distinta, su suspiro final a la conversación proyectaba un
estado de serenidad. Dijo “Gracias!” y
agendamos una cita para ir a tomar un café.
Actualmente
los jóvenes otorgan gran peso a la diversión, al momento, al placer, todo gira
en torno a pasarla bien sin pensar en las consecuencias que esto pueda
provocar. Entre los jóvenes es común escuchar que la peor cruda es “la cruda
moral”, esto nos dice que en efecto la mañana después de una noche de aparente
diversión en la que bajo efectos del
alcohol en la mayoría de las veces, hacen cosas que posteriormente genera en
ellos un estado de vacío y de culpa, por no haber sido dueños de su voluntad y
conscientes de su actuar por “vivir solo
el momento”.