Por Falcón.
Tener un pedazo de tierra, un patrimonio, un bien inmueble es una
pretensión válida de todos, es un derecho en esta federación en que vivimos,
ayer, hoy. En estos últimos sexenios el gobierno federal, el de los estados y
municipios, la iniciativa privada, los bancos se ha preocupado no sólo por
brindar las facilidades para que se adquiera un terreno, sino hasta han dado
facilidades para adquirir a crédito una vivienda propia para todo trabajador
establecido con todas las de la ley. Hasta este falconcillo ha tenido esta
pretensión. Cuando vivía en Uruapan quise comprar un terreno, ahora quiero
adquirir uno en Zamora, y la semana pasada mi dentista, -oo, pero si soy un
falcón, ¡no tengo dientes!-, quise decir mi veterinaria, me preguntó: ¿compro
un terreno o un coche?
Adquirir un terreno es tomar posesión de la tierra, de esta tierra
paradisiaca que en el principio YHVH
entregó a ADN (¡wow! Nunca había pensado que la contracción den nombre del
primer hombre sobre la tierra sea igual que el de la división primaria de un
ser), comprar un terreno es establecerte, fincar tu futuro, plantar tu plantas,
sembrar tus sueños, y esperar cultivando, la real cosecha. Comprar un terreno
es volverte sedentario, tirar el ancla de tu barca, “sentar cabeza”. Compra
terreno te lleva a quitar la maleza, retirar piedras, plantar ciruelos,
cultivar margaritas, poner maceta a los anturios. Al comprar terreno es abrir
zanjas, meter cimientos, colar castillos antes atados al viento.
La chica de la bata blanca me preguntó: ¿Compro un terreno o un coche?
Sí, el terreno es una muy buena inversión, pero también es cadena, es “esposa”,
es “grillete”, grillo que a mitad de la noche aparece cerca de tu almohada
confidente. El terreno, el “lote”, es una porción, nunca el todo; el que compra
un lote puede edificar, un departamento, una casa, una mansión, el lote y la
casa nunca te aseguran que tendrás un hogar, pero ¡claro que te da seguridad!
Y del coche… el coche es camino, viento, bosque, sierra, aliento. El
coche te lleva, te trae, pero no sólo eso, ir en coche, de por sí, es también
meta y destino, el camino también es objetivo, fin. El coche alarga tus pasos,
abre tu mente, extiende tus brazos. El coche te acerca al lago, te mete en el
río, te zambulle en el mar. El coche te mete en la historia, viaja en el tiempo,
te saca de la cienega y la charca y te trae junto al cerro, en el coche puedes
ir al rancho a la hora que quieras, regresar al villa sin demora ni espera. El coche
es café en el portavasos, es licencia en la guantera, es cobija en la cajuela,
es refacción con cruz y gato, es quemacocos y calefacción, es tanque lleno, es
calcomanía IAVE, es llave sin alarma, parabrisas para el tsunami…
Doc, -le dije-, si eres joven compra un carro, si eres de mediana edad
compra el terreno, si eres adulto mayor ya has de contar con los dos, sino tienes ni uno ni otro tramita tu 70 y más.
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