Hola amigos lectores de nuestro semanario "El Águila del Río Lerma", la Liga Municipal de Voleibol trae para ustedes en este ejemplar dos valores más para que nos ayude a transformar nuestras vidas y ser mejores personas para el bien de nuestra familia y nuestro municipio. Vamos hablar hoy del valor de la Paz y del Perdón.
PAZ:
Por: Diana Guadalupe García Hernández
Rostro del Torneo.
No hay caminos para la paz, la paz es el camino.
Mahatma Gandhi.
La paz, según el diccionario, es aquella virtud que pone en el ánimo tranquilidad y sosiego, opuestos a la turbación y las pasiones. También es el estado de calma y armonía entre personas, estados y naciones.
Pero la paz es mucho más que sólo una definición. Es verdaderamente, el camino hacia el progreso, hacia la tranquilidad, hacia la felicidad. Junto con el amor, es un valor que el mundo necesita recuperar con urgencia, porque tal parece que nos educan para la guerra, especialmente a los niños y jóvenes.
La paz es armonía, es concierto, es buena voluntad, es tolerancia, es respeto, es comprensión, es amor, son todos los valores reunidos en una virtud sublime.
No hay mayor bendición que la paz. El mundo debe comprenderlo antes de que sea demasiado tarde. Y tú, como ser humano individual, puedes mantener tu entorno, tu familia y tus relaciones en paz. Si todos lo hiciéramos, estaríamos contribuyendo con un pequeño granito de arena a crear una inmensa playa de sosiego y felicidad.
PERDON:
Por: Jessica Rodríguez Pérez
Rostro del Torneo.
Recompensa el daño con la bondad.
Taoísmo.
El perdón es, con mucho, la piedra de toque de las grandes religiones del mundo. La idea sin embargo se limita a un sentido religioso, sino que cobra un carácter que es, a la vez, social e introspectivo.
La definición de perdonar es: "Renunciar con buena disposición de ánimo a obtener satisfacción o venganza de alguna ofensa recibida, sin guardar ningún resentimiento o rencor". La definición en sí misma, entraña un código universal de convivencia que involucra conceptos como generosidad, madurez, tolerancia, comprensión.
En un nivel interno, el perdón es el antídoto de la culpa; es la liberación de rencores y el establecimiento de la armonía con uno mismo y, por tanto, con los demás. El enemigo del perdón es el orgullo. Cuando nos dejamos cegar por el orgullo, podemos perder a quienes amamos, y lo peor de todo, no ganamos nada a cambio. Pero el concepto del perdón abarca algo más.
En primer lugar, la incondicionalidad del perdón es perdonar sin imponer condiciones ni arrancar promesas. Con buena disposición, con el corazón abierto, con la espiritualidad elevada por encima de la tentación mundana de vengarse o de ser resarcido. Después, debe venir la aceptación, incluso amar a quien nos ha hecho daño, aunque podamos no estar de acuerdo con sus ideas o con sus acciones.
Y finalmente, el perdón no tiene por qué ser ganado, por lo menos desde un punto de vista religioso. Aunque algunas acciones puedan ser inaceptables y ofensivas, y haya que hacer cambios para restaurar la armonía, cada ser humano es, en cuanto a tal, merecedor de amor y de perdón.
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