16 febrero 2012

“D-TNT, mi tienda”

Por Falcón

-Dos millones de pesos necesita usted de depósito para obtener nuestra franquicia.
-Muchas gracias, consultaré mis cuentas y en seguida les llamo.

Siempre ha sido mi sueño tener una tienda de autoservicio. Sí, una de esas tiendas que encuentras sobre la carretera, de grandes espectaculares con nombres cortos e interesantes, que te invitan a aparcar en sus amplios y limpios estacionamientos poniendo una pausa a un largo trayecto, estirar los pies, pasar a un baño impecablemente limpio, lavarte la cara, reacomodar tu peinado ante un lato espejo, recorrer los dos o tres amplios pasillos de grandes porcelanatos en tonos perla en el piso, ver los productos en la estantería, respirar placenteramente del fresco aire de aquel microambiente, tomar una bolsa de botanas, -¡los cacahuates son mi favoritos!-, llegar a las vitrinas de los líquidos, echar mano a una gaseosa enlatada y un botellín de agua natural, aunque si es de noche, muy de mañana o después de comer viene de maravilla tomar un café de la maquina dispensadora, -me encanta el capuchino canela-. Pasas al mostrador de la caja, haces el pago, que también puede ser con tarjeta, la amable dependiente te despide con un amplia sonrisa en su rostro, regresas al automóvil, abres la puerta, colocas el café y el agua en el portavasos, te sientas al volante, ajustas tu cinturón y continuas tu camino con una sonrisa más auténtica que la de la chica de la caja.

Tengo un terreno que mi abuelo dejó a papá, y que si no cambian las cosas ha de ser para mí, por eso digo “tengo”, sjh, sjh, sjhhh. Tiene 20 metros de frente por 50 de fondo. Antes ni quien pensara que ese lote podría servir para algo, pero gracias a Dios con lo de la realización del pequeño libramiento en nuestro pueblo, aquel pedazo de tierra sin valor quedó sobre la carretera Guadalajara-México, ¡ni más ni menos! No es que yo sea el gran mercadólogo, pero cualquiera con 3 dedos de frente se puede dar cuenta del valor de mi terreno. Der hecho ya van más de 2 “coyotes” que han venido a preguntar sobre él a mi padre. Ahí es donde pienso poner mi tienda.

Revisé en la red todo lo referente a las franquicias de esas tiendas que tanto me gustan, tomé datos, hice presupuestos, pros y contras, he llamado a varias de ellas y ésta a la que acabo de hablar es de las peorcitas, y como ya vieron, solicitan $2,000,000 sólo de depósito. Además en todas ellas proponen poner la tienda donde su gente diga, así que el primer elemento de mi sueño: mi terreno, no estaría en los planes. Los dos millones los podría juntar en 15 días, pero ese no es el punto. Yo quiero mi tienda en mi terreno, y viéndolo bien los nombres de todas esas tiendas no son la gran cosa. Mi tienda ha de tener un nombre como eso pero ¡mucho mejor!, podría llamarse: “Paray XO”, “Abreva”, “Wustand”, “Respiro”, “K-Zona”, “10-10 pie (¡tentempié!)”, “DsKn S.A.”, “Pasa y sigue”…

Está decidido, yo mismo haré mi tienda. Mi hermano Erik, trabaja ya en los planos. Otro arquitecto amigo mío que trabaja en una gran compañía constructor a de Zamora llevará a cabo la obra.

-Con el adelanto que me habías hecho hace 2 meses de $1,000,000, ya solo restan $300,000, con esos hará los pagos del pintor y del que colocará los vidrios.

-Muchas gracias Juan Miguel, pasa hoy por el dinero. Mañana me mandan los refrigeradores y pasado toda la mercancía, y recuerda que el domingo es la gran inauguración, invita a tu esposa. ¡Será una gran fiesta!

A las 10:00 am llegó el padre Óscar a hacer la bendición. Yo estaba feliz, había más de 100 gentes esa mañana de sábado para la inauguración de mi tienda, en mí terreno, bueno, en el de mi papá. La fiesta iniciaría cuando se cortara el listón rojo de la puerta de entrada, pero este listón lo cortaría, no yo, ni mi padre, ni el padre Oscar, lo cortaría el ¡primer cliente! Gracias a Dios no tardaría mucho en iniciar la fiesta, porque en esos mismos momentos se aparcaba frente a mi flamante: “D-TNT”, -así decidí llamar a mi tienda-, un Passat gris con placas de Jalisco del cual descendió un pareja, mis primeros clientes.

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