02 octubre 2012

¡Clases sin maestros!


Por: Falcón

Todo estudiante al oír este título a las buenas de cambio se pondría feliz. Que no viniera el maestro Luis tan enojón y que todos los de 2do estuviéramos solos en el salón hubiera sido maravilloso; pero más que eso, que pudiéramos prescindir de las Matemáticas en 5 de primaria o de las engorrosas clases de Química en 1ero de secundaria. Qué también pudiéramos ir vestidos como nos diera la gana: zapatos rojos, pantalones rotos, maquillaje abundante, minifaldas. O que sí asistiera el maestro Próspero, Ray o Minerva, pero que sólo fueran a escucharnos y hacer lo que nosotros les propusiéramos sería ¡wow!: -Maestro, háblennos hoy de su primera novia; o mejor, de las galaxias y de el gobierno de Hitler; profe Ray díganos de cuando fue médico del deporte en los pumas de la UNAM; háblennos, maestra de la playa y de si es verdad que hay más agua por la noche en el mar. Qué el maestro fuera el que trajera a la clase el material que nosotros quisiéramos ocupar el día siguiente: -Maestro, para mañana queremos ver una película, o mejor traiga un telescopio para ver las estrellas; -maestro, mañana invite a Checo Pérez para que nos hable de su contrato con McLaren, pero que venga en su auto de carreras para subirnos a él; -llévennos mañana al aeropuerto para conocer como controlan los vuelos…

Parecerían deseos de estudiantes anárquicos, nicolaítas, o problemáticos, pero es una auténtica postura de psicología educativa que postuló Carl Rogers. Él planteó nuevos retos en el aprendizaje de la libertad, limitada por las relaciones de poder establecidas en las prácticas terapéuticas y educativas tradicionales. Cree fundamental y radicalmente en la persona y en sus posibilidades. Flavio Mota, en su artículo: La teoría educativa de Carl Roger; alcances y limitaciones, Revista “Academia”, http://kepler.uag.mx/temasedu/CarlR.htm, nos dice claramente los dos puntos que Roger presenta al hablar de la enseñanza no directiva:

a) Hay una confianza en que el cliente (paciente, alumno) puede manejar constructivamente su vida y solucionar sus propios problemas. Este supuesto es una consecuencia directa del postulado de la bondad innata del hombre. Si se deja actuar a la persona, lo que haga, estará bien. Además, la persona es la única que puede llegar a conocer sus problemas, y, por lo tanto, la única que puede resolverlos.

b) Por otra parte, cualquier tipo de directividad (enseñanza, orden, mandato, etc.) podría ser perjudicial para el desarrollo de la persona, puesto que estaríamos impidiendo su "crecimiento personal". En otras palabras, no debemos decir al niño lo que debe hacer. El hará lo que quiera o sienta y eso estará bien. Ni el padre, ni el maestro, ni el terapeuta deben dirigir la conducta del niño, sólo deben "facilitarla", esto es, poner las condiciones necesarias para que se desarrolle.

En la palabra “facilitarla” que utiliza Roger en el punto b) puede estar la dificultad para llevar a cabo puramente la teoría, ya que el docente al buscar ser facilitador se convierte en director que insta con los elementos que brinda a una enseñanza, orden o mandato.

Por otra parte, no podemos ser ilusos, una teoría no puede de manera pura realizarse, debemos mejor observar los elementos que nos ofrece para de manera consciente utilizarlos. Esta teoría de Rogers voltea al lado romántico, a la cara utópica de la educación, donde el estudiante abre caminos, busca, crea, innova, se cuestiona, parte. La educación no directiva nos ayuda a revisar en contra parte las influencias, tendencias e ideologías que consciente y muchas veces malévolamente le hemos metido a la educación; el cómo hemos mutilado, vejado y tasajeado programas educativos, contenidos, ideas fundamentales y liberadoras que hoy en día ya no se reciben, imparten o dan en los salones de clases, que hoy en día esta ausentes de las aulas.

No queremos clases sin maestro, añoramos maestros con clase.

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FELICIDADES PRIMERA PRESIDENTA DE MÉXICO