06 agosto 2008

LA MISION DE LAS UNIVERSIDADES

Por: MC. Miguel Ángel Parra Bedrán.

Las universidades públicas del país pese a sus detractores empoltronados en las altas esferas del poder, han cumplido el cometido por el cual fueron creadas. La inmensa mayoría de los profesionistas capaces de este país provienen de sus aulas y pese a que el gobierno federal se ha ido dando preferencia a los egresados de las privada y más aún a quienes han hecho un postgrado en el extranjero, en los gobiernos estatales y municipales son los hijos de las universidades públicas quienes ejercen las diversas posiciones de poder.
No tengo nada en contra de las universidades privadas, pero es absurdo que en regiones pobres como el estado de guerrero algunas de ellas contemplen en sus programas de estudio materias alusivas al desarrollo industrial, como si en este estado la industria fuere floreciente o altamente desarrollada. Lo más seguro es que la mayoría de sus egresados estén destinados al desempleo en caso de quedarse a vivir acá.
La ilusión del triunfo de la globalización y su entorno ideológico, el neoliberalismo, han hecho que la educación superior tome rumbos equivocados. Si Guerrero tuviese las condiciones de Nuevo León, es posible que se tenga parte de razón, pero aún así, es indispensable que se retome el rumbo del desarrollo regional en todas sus variantes. Me explico, las universidades que están en polos de desarrollo industrial es justificable que se prepare a los muchachos para servir a la industria y el comercio, pero sin olvidar que existen sectores de desarrollo aún abandonados como el campo y el trabajo humano. En estas universidades, al revisar algunos programas de estudio, específicamente en el área de las ciencias sociales, se ha olvidado que uno de los pilares u objetivo obligatorio de la constitución mexicana es la justicia social y los derechos fundamentales; así con egresados con un perfil propio a servir a los patrones y/o gran capital, es lógico que olvidarán o lo peor que justifiquen las razones de estos en detrimento de la obligación constitucional. En síntesis, sin que esto sea un agravio contra los muchachos, egresan con un perfil propio para servir (que no servirse) a los intereses capitalistas.
En las públicas, contrario sensu, y conste que no es un alabo irracional o imprudente, los programas de estudio van dirigidos sí al estudio y comprensión del nuevo rumbo económico y su ideología, pero aún no hemos olvidado el mandato de servir a las causas de la justicia social.
Por ello, el actuar de estos egresados en su vida profesionista está comprometido con esa causa. La universidad pública o privada no sólo es un centro de enseñanza, sino que también es una escuela de democracia. Si no aprendemos los valores democráticos y de justicia social en la universidad, es complicado que después lo hagamos. Este país, a mi manera de entender las cosas, necesita un mayor compromiso de todos para hacer de la democracia y sus valores algo posible, sin participación de la ciudadanía la crisis en que estamos metidos se profundizará, nadie será capaz de rescatarnos de ser un alumno ejemplar de las políticas neoliberales y de seguir así, como está ya bien probado, lo más seguro es que la descomposición de la vida social se torne en terribles consecuencias.

Y para hacer ciudadanos que mejor que la educación inducida a los valores democráticos. Amigos de la universidades públicas y privadas: no olviden que la justicia social es un mandato de la constitución (el gran acuerdo nacional [Rousseau]), respetémosla para hacer del estado de derecho una realidad y rescatar así de la miseria y el abandono a millones de mexicanos que siguen esperando.

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