29 de Julio de 2011.- En 2008 el mundo atravesó por una crisis sin precedentes, desatada por la declaración de bancarrota de la firma financiera Lehman Brothers en Estados Unidos.
Desde 1929 no se experimentaba una debacle tan grande de la economía mundial. En Europa, países como Grecia, Portugal, Irlanda, España e Italia están aún sufriendo los embates de la crisis sin poder recuperarse.
México también resintió los duros estragos de la crisis global; particularmente durante 2009 y 2010. La crisis económica que nos vino de fuera efectivamente lastimó los bolsillos de la población en general.
Para el Gobierno Federal, esta crisis global ha sido uno de los asuntos más preocupantes y dolorosos que haya tenido que enfrentar, porque se trata de madres que tienen que ajustar su gasto, padres que trabajan jornadas dobles para comprar los útiles escolares y la ropa de sus hijos; de familias mexicanas esforzándose por salir adelante.
Sin embargo, el trabajo del Gobierno Federal en política social de los últimos diez años y su reforzamiento ante la crisis, permitieron que aspectos como la salud, la educación y la vivienda no se deterioraran como ocurría en el pasado y que, por el contrario, se fortalecieran: reforzamos los programas más importantes de combate a la pobreza, aceleramos la afiliación al Seguro Popular para evitar descalabros en los bolsillos de los mexicanos; garantizamos que los niños siguieran yendo a la escuela gracias a las becas; y facilitamos a las familias la adquisición o mejoramiento de su vivienda.
Por eso vemos que el resultado más significativo de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2010 (ENIGH), que publicó el INEGI, revela que México logró que el impacto de la crisis fuera menor en las familias más pobres que en el resto de la población. Exactamente al revés de como sucedía en crisis anteriores. Esto refleja cómo el esfuerzo del Gobierno Federal se concentró en apoyar a los más vulnerables.
Más allá de los avances que se han tenido, aún en circunstancias tan adversas, es fundamental reconocer el problema de pobreza que México viene arrastrando desde mucho tiempo atrás. Además de fortalecer nuestra red de protección, requerimos de reformas profundas que permitan acelerar nuestro crecimiento económico, así como disminuir la desigualdad entre los mexicanos. Legisladores, gobiernos estatales, gobiernos municipales, el Gobierno Federal y la sociedad entera, todos los mexicanos debemos poner por encima de cualquier interés personal el interés y las necesidades de quienes menos tienen.
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