19 septiembre 2011

Una probadita de la Guelaguetza

Del 25 de julio al 1 de agosto se desarrollará en Oaxaca La Guelaguetza, la mayor celebración cultural del estado, por lo que en un esfuerzo conjunto del Kutzi Ballet Folklórico de Yurécuaro, la Casa de la Cultura y del Gobierno Municipal, pudimos apreciar un poco de lo que será este año la gran fiesta de Oaxaca. Salió el ballet Miguel Vélez Arceo, con una serie de movimientos serenos, un baile lento, casi trágico, casi luctuoso. Los rostros de los artistas iban a tono con el bailable. Caras serias, miradas estáticas, sin ni siquiera un esbozo de sonrisa, sinceramente me pareció extraño, ¿un baile tradicional donde los ejecutores no sonrían? en esa ocasión fue así. Durante los primeros dos números, me pregunté: si Oaxaca es uno de los mayores crisoles culturales de México, por qué cada paso, cada movimiento, y su actitud, me resultaban desconocidos.

También los trajes parecían ajenos, nunca antes vistos. Conforme continuó la puesta, se volvió más alegre. El colorido tercer acto situaba una nueva actitud, los chiflidos y vitoreadas completaban la escena de baile. De la música de fondo resonaba una frase “para que conozcan Oaxaca y sus regiones”, y precisamente la serie de bailes trasportaron a cada una de las 7 regiones del Estado de la Guelaguetza. Los semblantes y el ritmo ahora sí jubilosos, ambientaron a los asistentes.

En ese momento volví a voltear al público, justo después de la cuarta salida, ya estaban llenas las sillas, y algunas personas se quedaron paradas, habría unas 120 almas congregadas por la curiosidad cultural. Sin darme cuenta se había llenado el auditorio de la Casa de la Cultura Iorekuarhu.

Con zapatillas de tacón comenzó un cortejo, sonrisas interminables, ojos coquetos, el perfecto reflejo de los negros costeños. Con groserías, se enfrentaron en rimas. Los versos sin censura de los y las negras, parecían impactar y divertir al auditorio, todo a la vez.

Me llamó la atención el zapateado con aquellos tacones delgados y altos, no eran los tradicionales taconeros de folclor, ni botas, eran de verdad zapatillas; sin embargo las bailarinas no parecían incómodas, mucho menos cansadas.

Así, con un variado programa continuó la velada. Mientras la noche iba avanzando, se exponía más gala. Eso sí, desde el principio a cada entrada y salida de los danzantes el público aplaudía enérgicamente.

Estábamos paladeando una probadita de la nutrida cultura oaxaqueña. Su baile retrató sus orígenes zapotecas, con un tanto del mexicano contemporáneo. El clímax llegó con un baile tradicional del Itsmo de Tehuantepec, con piñas que al final se repartieron entre el público.

Dos horas de rimas, zapateados, fuertes declaraciones y galanteos; vistosos vestidos bordados, bailes tradicionales; también de saltos enérgicos y vaivenes coordinados. La danza de la pluma con sus grandes penachos, coloridos y emplumados, y joyas que gritaban “viva Oaxaca”, así debe ser la Guelaguetza, con miles de mini expresiones tradicionales, propias, que festejan los orígenes.

Pasadito de las 10 de la noche, la Guelaguetza en Yurécuaro llegó a su fin. Los artistas se despidieron con un “viva Michoacán”, que fue respondido por los presentes: ¡viva!, mientras se paraban ovacionando la presentación, se deseo tener algún otro encuentro similar, aquí o en Oaxaca, otra convivencia de entidades compartiendo similitudes y diferencias.

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